viernes, 18 de agosto de 2023

Mariano Rivera y AMLO




A principios de 2023, el astro del béisbol visitó al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Muchos lo hacen. Su sorpresiva presencia en Palacio Nacional me hace cavilar. Y me digo: no hay nadie más solo que un pítcher en la loma de lanzamientos, en el centro del diamante, en medio de un estadio ruidoso hasta el apocalipsis. Solo y sus pensamientos: mil imágenes que desean atravesarse entre él y su foco de atención: el plato de bateo, la imaginaria zona de strike. Una concentración animal antes de una respiración profunda para hacer el wind up y lanzar la pelota a 97 millas por hora. Una recta perfectamente trazada cientos, miles de veces, que corta su trayectoria poco antes de llegar a la goma. Un lanzamiento indescifrable para los bateadores. Una pedrada llamada "recta cortante".

Máxime que Mariano Rivera -el insustituible 42 de los Yankees de Nueva York- se agachaba tanto al momento de soltar la pelota que el bateador rival perdía la perspectiva óptica. Muchos otros pítchers lanzan la pelota desde lo alto -por encima del hombro- y ofrecen un fondo visual a quien batea: un punto de fuga. Pero Mariano anulaba la tercera dimensión espacial para el bateador, disparando su bola incandescente al nivel de la zona de strike desde que se desprendía, rauda, de su mano. Como un cañón que apunta paralelamente al piso a una altura de 70 centímetros.

El toletero en turno, por tanto, se enfrentaba al mejor cerrador de la historia del béisbol en un plano bidimensional, de modo que -a la pantalla de su mirada- la pelota sólo crecía en su campo visual en una sub fracción de tiempo para, al final, moverse con temible desconcierto. Sí, el beisbolista panameño fue un monstruo solitario en el montículo.

Hoy, ya retirado, pleno de gloria, viene a México a saludar a la 4T y a su presidente. Metafóricamente, Rivera llega a inducir en AMLO que cierre su gobierno con puros ponches a base de rectas de fuego, cortantes.

Así será.