domingo, 8 de abril de 2012

Nazar Haro lo advirtió: nunca dejarían gobernar a la izquierda (entrevista con Alejandro Rozado)

Miguel Nazar Haro, cuando fue jefe de la Dirección Federal de Seguridad



Paloma Robles
(Diario La Jornada-Jalisco, 5-feb-2012)


"Diles a tus jefes, esos pinches comunistas de mierda, dile a Arnoldo [Martínez Verdugo, secretario general del partido] y al pinche Campa [Valentín Campa, quien recién había sido candidato presidencial sin registro electoral de la izquierda y, pese a ello, logró sumar un millón y medio de votos], diles a ellos que la legalización que va a tener la izquierda va a ser para que ustedes colaboren con nosotros. Van a colaborar con el gobierno, no van a oponerse; si se oponen los vamos a hacer pedazos. ¡Nunca, óyelo bien, nunca los vamos a dejar gobernar!"

El puño grueso de Miguel Nazar Haro se encajaba -un día de agosto de 1977- en el rostro del entrevistado, Alejandro Rozado, mientras le leían la cartilla: el "programa político" de los años por venir.

El ex militante del Partido Comunista Mexicano en el periodo de la llamada "guerra sucia" recuerda la escena sentado de manera cómoda en el sillón en donde comúnmente da terapia psicológica a sus pacientes. Rozado evoca con nitidez la noche en que fue secuestrado por personal de la Dirección Federal de Seguridad. Dicha área dependía de la Subsecretaría de Gobernación y era operada por Miguel Nazar Haro, al que el entrevistado catalogó como "un policía paranoico de altísima peligrosidad que estaba sinceramente convencido de su cruzada anticomunista". Tras cinco años de militancia lejos de la burbuja universitaria en donde hizo sus pininos en la izquierda, las detenciones se volvieron comunes. El trabajo clandestino en las grandes empresas de la zona de Ecatepec (Estado de México), "la más poblada e industriosa del país", cobró factura. Al cumplir una semana preso en una cárcel le anunciaron a él y a otro camarada su repentina salida, relata Alejandro, quien explica detalladamente cómo fue secuestrado.

Eran las dos de la mañana, ya no había taxis ni camiones; mi amigo y yo estábamos muy lejos, sin dinero (...) a la salida de la cárcel nos estaban esperando unos agentes de la Dirección Federal de Seguridad, nos dijeron 'suban al auto, nosotros tramitamos su liberación'. Nos llevaron a un lugar que no conozco, una cárcel clandestina, ahora le llamarían una casa de seguridad. Ahí fuimos torturados de distintas maneras -cosa de la que me parece de muy mal gusto hablar en detalle-, pero fuimos torturados y después me enteré de que en todo el país fueron secuestrados una serie de jóvenes militantes y tratados de la misma manera".

México atravesaba un cambio de gobierno, Luis Echeverría Álvarez había salido de la presidencia; José López Portillo, el nuevo mandatario, se enfrentaba a una izquierda sometida con un costo de miles de muertos y desaparecidos. Al país le urgía una "amnistía". El entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, diseñó una reforma política para legalizar a la izquierda y liberar a todos loa presos políticos de los años 60 y 70, de los que la mayoría eran guerrilleros. Rozado rememora que los dirigentes del Partido Comunista Mexicano, Martínez Verdugo, Valentín Campa y Gilberto Rincón Gallardo estaban en conversaciones con Gobernación para ponerse de acuerdo en cómo se lanzaría la legalización.

Nazar Haro tenía que justificar la existencia de grupos guerrilleros en el país a fin de obstaculizar lo más posible la reforma política. "Era el último coletazo del lagarto de la represión en los años 70 y yo fui víctima de ese operativo".

"Miguel Nazar Haro fue un policía muy inteligente y bestia al mismo tiempo, o sea: hay bestias inteligentes, y él estaba convencido, me parece que sinceramente, de que su labor era patriótica, fue adiestrado por la CIA. Estaban convencidos de que nosotros éramos los enemigos y por tanto era una guerra. Él creía que al detenernos, incluso asesinarnos, estaba haciendo algo bueno por México. Imagina un funcionario que además cree en lo que está haciendo, pues va a tratar de ser eficiente y sí lo era, y además de altísima peligrosidad, era un paranoico".

"Un espécimen digno de ser estudiado en la psicología", continúa el también sociólogo quien menciona que "Nazar Haro gozaba de las torturas, era un experto, él mismo hacía los interrogatorios, parecía que le gustaba. Tenía a muchos agentes que harían ese papel, pero a él le gustaba ir, como que les ponía el ejemplo a los agentes de cómo se debía interrogar". Al relatar lo sucedido en esos años, la piel del entrevistado se torna rosada, casi roja, sobre todo cuando recuerda la lapidaria frase de su represor: "[...] ¡Nunca, óyelo bien, nunca los vamos a dejar gobernar!".

"En ese momento yo decía, 'sí güey, cómo no'. Pero con el paso del tiempo y los dos mega fraudes ocurridos contra la izquierda mexicana en 1988 y 2006 me di cuenta de que el programa político que me dictó Nazar Haro fue totalmente cierto, a la izquierda no la iban a dejar gobernar".

Con su legalización, la izquierda cambio y 30 años después Rozado critica a los partidos políticos -incluido al PRD- pues asegura que "están condicionados a un tipo de reglas de juego que no son nada democráticas y que han justificado un régimen anfibio que ni es democrático ni es autoritario": el panista.

"Ahora vivimos en una democracia electoral simulada", dice.

El 26 de enero de 2012, Nazar Haro murió anciano y enfermo de diabetes, "acusado de una serie de crímenes que sí cometió, estoy seguro de ello, y sin que se le pudiera hacer juicio", lamenta el entrevistado. Insiste: "En México no existe una democracia real".

"No ha habido un cambio sustancial porque la llamada 'transición democrática' resultó un timo, una mentira, nada más se logró la alternancia de gobierno, pero sedejaron intocados los asuntos del pasado y una sociedad que no arregla sus asuntos del pasado no puede cambiar".

"El país no ha cambiado más que de maquillaje, además muy posmoderno", repite con coraje. Al tiempo admite que Reyes Heroles fue la figura más brillante del PRI: "cambió todo para que nada cambiase, a eso se ha dado en llamar gatopardismo".

La conversación versa ahora sobre la condición de los jóvenes frente a la crisis que vive el mundo, "... un asunto que bien podría parecerse a lo que usted vivió en los años 70", le pregunto. Pero Rozado ataja sin mayor escozor y reconoce que en los años 70 la lucha no tenía "ni rumbo ni estrategia" pero sí había una idea que se proyectaba en acciones, algunas más violentas que otras.

La deseperación de la protesta sigue siendo la misma, nosotros en los 70' éramos desesperados, éramos más radicales, pero la decepción sigue siendo la misma. Ahora se desnudan en público y piensan que mientras más los vean más existen, antes pensábamos que mientras menos nos viesen más existiríamos".

-¿Sigue creyendo que las formas radicales siguen siendo las únicas formas de mover la estructura?

-Yo pienso que las posibilidades de modificar se han ido extinguiendo; pienso que vivimos una decadencia y nos está llevando al traste a todos. La decadencia está ocurriendo en el amor, en el honor, en las relaciones comerciales, en la comunicación, en las formas dignas de trabajo, y en los problemas de seguridad por supuesto. Las posibilidades de transformar a la sociedad de una manera más esperanzadora se han ido evaporando muy rápidamente y estamos entrando en una situación en descomposición a largo plazo.

-Pensemos en algo posible.

-Una izquierda que gane las elecciones, está probado -desde mi punto de vista- que eso no va a funcionar porque es el programa que nos panteó la Dirección Federal de Seguridad que anima al Estado mexicano (...) lo que se necesita son formas organizadas duraderas, como las del Frente Amplio de Uruguay.

Para Rozado, "un frente amplio es aspirar a que toda la sociedad civil esté organizada".

"Es necesaria una organización que no sea de las conocidas 'redes sociales', ahí se expresa mucho pero no amarran nada, el único que amarra es el Estado con la oligarquía financiera y para que haya un cambio debe haber una especie de contra Estado que provenga de la sociedad civil. Claro que se debe utilizar para ello la tecnología digital, pero para organizar el frente amplio -no para sustituirlo".

Fiel a su actitud crítica, Alejandro termina la entrevista diciendo que "nadie quiere entrarle realmente entrarl al verdadero cambio, nadie. Todos quieren figurar, ser más amorosos ahora, antes más agresivos, pero todo mundole da la vuelta a eso. Andrés Manuel López Obrador es una persona con mucho empeño que recorriendo todos los pueblos está haciendoun trabajo inmenso, pero no los organiza para que decidan sobre sus problemas sino para que voten por él".


(Versión revisada de la publicación original)