viernes, 28 de septiembre de 2012

Santiago Carrillo murió sólo una vez


 

Alejandro Rozado
 
 
Al día siguiente de la muerte del líder histórico de la izquierda española, Santiago Carrillo, el historiador y articulista mexicano Héctor Aguilar Camín publicó un artículo en Milenio que puede leerse en este link http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9159344/. El presente texto es una respuesta de coyuntura a dicho artículo.



Héctor Aguilar Camín practica el periodismo de "análisis" que caracteriza al cuerpo principal de editorialistas del periódico Milenio, consistente en enunciar verdades fuera de contexto para "ganar" un pretendido debate con la izquierda mexicana -con la cual dichos editorialistas tienen un pleito casado que raya en la obsesión. Así sucede con su artículo: "La segunda muerte de Santiago Carrillo", recientemente publicado.

Se trata de un texto en que al autor se le ocurre que el de hace unos días no fue el fallecimiento a secas de Santiago Carrillo, sino su segundo. Según esto, hubo dos Carrillos: el primero, un Carrillo radical, dogmático, violento y autoritario; el segundo, en cambio, más moderado, flexible, pacífico y democrático. Para ello, el comunista español tuvo que haber muerto y vuelto a nacer -porque de otro modo Aguilar Camín no se puede explicar el “viraje” político hacia la democracia que protagonizó don Santiago a fines de los años 70 en España. De ahí que, con el fallecimiento del nonagenario dirigente, a Aguilar Camín se le antoje hablar de dos vidas y dos muertes. Y todo este circunloquio, con el único propósito de sugerir a la izquierda mexicana de hoy que ésta debería aprender a comportarse como el "segundo" Carrillo. Bueno.

El problema es que el manejo de verdades a medias es indicio inequívoco de manipulación completa, sobre todo en profesionales de la opinión como Aguilar.

Por ejemplo, la referencia que hace de Marx es una perla de este sofista de los medios que lo pinta de cuerpo entero. Miren que sostener que el principal crítico del capitalismo fue también el primero en admitir la “realidad global del mercado” -y que por ello la izquierda actual debía reconocer las medidas económicas tomadas por el neoliberalismo contra los trabajadores- es indicador de que a Aguilar Camín sólo le bastó leer el primer párrafo del primer capítulo del primer tomo de El Capital, para entender “a fondo” la crítica de la economía política capitalista. O quizá le bastó para suponer que podría abatir con ello las muy probables objeciones de sus subestimados lectores. Porque es verdad –pero a medias- que Marx comienza su obra principal con una aseveración descriptiva de la realidad capitalista; a saber: que el mundo se le presenta a cualquier observador como un inmenso “almacén de mercancías”. Pero hasta ahí llega Aguilar Camín; no deja continuar a Marx ni un renglón más, pues con ese párrafo inicial le es suficiente a nuestro editorialista para comprobar que la izquierda de hoy contradice al mismísimo padre del marxismo. Pero se trata de una maniobra demasiado tonta y en la que Aguilar se exige demasiado poco; porque cualquiera que se tome la molestia de leer siquiera el primer capítulo del mismo libro se daría cuenta de que el fundador del materialismo histórico, a pesar de haber descrito la más visible de las características del capitalismo -la universalización de los mercados-, distó mucho de "aceptar” por esa razón la necesidad de “flexibilizar” su postura política comunista. De modo que el alegato de Aguilar Camín queda como un recurso meramente retórico para golpetear la abierta oposición de los legisladores del Frente Progresista a la contrarreforma laboral que finalmente los diputados del bloque dominante aprobaron en el Congreso mexicano. Pero volvamos a Santiago Carrillo...

En efecto, la trayectoria política de este longevo personaje que vivió 97 años es en buena medida la de la izquierda posterior a la revolución rusa: desde la política frentista de los 30's, el estalinismo recalcitrante y la heroica resistencia antifascista en la clandestinidad bajo el larguísimo régimen de Franco, hasta la ruptura con la URSS por la invasión de las tropas rusas en la Praga de 1968, el eurocomunismo de los 70's y, sobre todo, el compromiso histórico que él ideó para la transición democrática española: una reconciliación nacional que asumiera la forma de una monarquía constitucional avanzada. Pero Aguilar Camín se cuelga de éste "último" Santiago Carrillo para subrayar que desplegó una sorpresiva e inexplicable flexibilidad política que debería servir de ejemplo a las demás izquierdas; y para entender lo anterior, el experimentado líder comunista asturiano tuvo que "morir" antes –a los ojos de Aguilar- y dejar atrás un perfil nada compatible con la magistral gestión política que ejecutó a partir de 1977.

Desde luego que el problema de Aguilar Camín es pragmático; a este historiador mexicano venido a menos ya no le interesa la comprensión histórica sino ganar conciencias incautas a cualquier precio. De otro modo, se preguntaría cómo es que Santiago Carrillo sobrevivió tantas etapas contradictorias, y desde la oposición más rabiosamente perseguida que se pueda uno imaginar, sin dejar de jugar un papel protagónico en la lucha política de España. Desde su participación en el ala izquierda de las juventudes socialistas del PSOE, su encarcelamiento durante la llamada revolución asturiana de 1934, su ingreso al Partido Comunista en pleno estallido de la guerra civil, la desastrosa evacuación de Madrid que él codirigió a sus escasos 21 años de edad, hasta el exilio forzado cruzando los Pirineos a pie y luego la organización de la resistencia antifranquista que le obligó a internarse en su país cuantas veces quiso para dirigir personalmente la reconstrucción de la lucha opositora desde la clandestnidad. ¿Se imagina Aguilar Camín, alguna vez identificado como “intelectual de izquierda”, el acopio de "flexibilidad" creativa que debió tener el joven y -por qué no decirlo-, valiente Carrillo para encabezar una lucha tan ardua y peligrosa durante su época pretendidamente "dogmática"? ¿Y cómo se explicaría la alternativa carrillista de la organización real y efectiva de las Comisiones Obreras españolas durante los años 60's -que logró agrupar a millones de obreros en lucha contra un régimen que prohibía la asociación libre de los trabajadores? Ni idea.

Aguilar Camín sólo cree que un "primer" Santiago Carrillo dogmático (es decir, no creativo e inflexible) murió con el Pacto de la Moncloa. Pero esa es la versión que le conviene ya no al historiador sino al ideólogo Aguilar Camín.

Es como decir: "Marx fue dogmático e intransigente, mientras que Engels fue más flexible porque estuvo impulsando al final de su vida el avance electoral de la socialdemocracia alemana". Esta sentencia parecería cierta si no se tomase en cuenta que Marx murió todavía en tiempos en que Alemania estaba bajo la ley bismarkiana de prohibición socialista (es decir, cuando quien era dogmático e intransigente era el régimen prusiano), mientras que a Engels le tocó vivir la abolición de dicha ley y el consecuente crecimiento de la izquierda y el movimiento obrero durante un régimen de libertades democráticas.

Pero lo peor de todo es usar la memoria de Carrillo para reclamar a la izquierda mexicana su inflexibilidad en un contexto en que se pretende abolir los derechos de los trabajadores mexicanos, sacando de contexto a Marx, a Carrillo y a la historia de la izquierda mexicana misma; ese "pase" de mago es, en realidad, una labor de tinterillo patronal: imaginemos que la izquierda mexicana hubiese mostrado "flexibilidad" ante la "realidad de los mercados" -como quiere el columnista de Milenio-, aceptado la contrarreforma laboral de Calderón y votado a favor de ella en el congreso legislativo. Sería entonces una "izquierda de derecha", algo así como un café descafeinado o un león vegetariano. Un contrasentido, pues.

La verdad es que Aguilar Camín es un buscador de contrasentidos: quiere que los trabajadores no defiendan sus derechos, y que los lectores no piensen tantito. Desde que llegó a imponerse el neoliberalismo no ha cesado de trabajar como uno de sus ideólogos nacionales… haciendo sofismas.

Pero no, señores, Santiago Carrillo murió solamente una vez –y eso ocurrió el 18 de septiembre de 2012. Descanse ya en paz.


Guadalajara, 30 de septiembre de 2012.