martes, 22 de enero de 2013

Breve sociología del chisme


Alejandro Rozado


El chisme es un curioso fenómeno de una modernidad incompleta, típico de los países latinoamericanos -pero no sólo de ellos. Se trata de una forma de comunicación tradicional que se desenvuelve en un contexto histórico-social (como la modernidad) ajeno a las circunstancias comunitarias que la facilitan. Se da muy frecuentemente en las sociedades que han pasado por procesos de industrialización y urbanización acelerados y que no pueden desprenderse tan rápido de sus formas de vida tradicionales cultivadas a lo largo de muchas generaciones campesinas.

La vida rural es una de las maneras más estables y duraderas que han encontrado las grandes culturas para desarrollarse. El cultivo del campo es el origen de toda civilización, incluyendo la nuestra: Occidente. Por sus características, la de los agricultores es esencialmente una convivencia comunitaria; es decir, una existencia que le incumbe a toda la colectividad hasta en el menor de los detalles. En una comunidad campesina es muy difícil el desarrollo de la vida individual con todo lo que ello implica: derechos a la privacidad, a expresar libremente ideas personales, al voto individual, universal y secreto, a la libertad religiosa e -incluso- amorosa. Ahí el sentimiento espontáneo de lo comunitario prevalece de manera casi natural sobre la noción del ciudadano libre.

Todavía es costumbre tradicional, por ejemplo, que en las familias rurales se acuerden los matrimonios de hijas e hijos conforme a los criterios del patriarca en turno. Asimismo, los nuevos matrimonios suelen vivir al interior de la casa patriarcal o en un terruño asignado por el jefe familiar. Y así, suelen convivir bajo un mismo paisaje tres y hasta cuatro generaciones consecutivas de familiares a través de lazos económicos y culturales muy estrechos.

Por el contrario, la vida urbana se distingue por la organización de grandes procesos productivos y de comunicación a partir del concepto de ciudadano, es decir: del individuo libre y autónomo. Las familias modernas ya no comparten el mismo proceso productivo con sus vecinos, y sus vidas son mucho más privadas e independientes en el contexto citadino que en el rural.

Como éste es un gran salto (pasar de una forma de vida rural a otra urbana), los países de gran tradición campesina como los latinoamericanos o los de Europa oriental que vivieron una modernización acelerada (necesariamente "desde arriba", desde las políticas económicas y sociales impulsadas verticalmente por sus Estados respectivos), las formas de vida tradicional fueron trasladadas rápidamente, en unas cuantas décadas, a los ámbitos urbanos.

De pronto, familias enteras de origen rural se vieron habitando en grandes edificios multifamiliares o en vecindades junto a cientos de otras familias en condiciones similares. La adaptación social de estos fenómenos migratorios tuvo sus manifestaciones dificultosas en fenómenos culturales tan característicos como el llamado "chisme de vecindad": una forma social de comunicación ambigua que respondió a la violenta industrialización urbana que todos conocemos. Ambigua porque las comunidades que antes compartían la vida entera con sus semejantes próximos se tuvieron que adaptar a la existencia de barreras ciudadanas desconocidas hasta ese entonces por aquéllas.

En otras palabras, el chisme es la expresión cultural de una sociedad que ha dejado de ser tradicional pero que se niega a morir del todo. El chisme puede verse como una manifestación de sobrevivencia de la vieja cultura tradicional de honda raigambre popular. Para un ciudadano moderno, una persona chismosa es ejemplo claro de alguien entrometido; en cambio, para una matriarca de pueblo ese rumorismo tan particular es la forma más normal de comunicarse y, seguramente, la única forma en que vive una comunidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe aquí tu comentario a este artículo: