Alejandro Rozado
- El cine como arte, Arnheim, Rudolph, Paidós, Barcelona, 1986 [Edición corregida de la original de 1933].
- En una
nota de 1957, el autor afirma que el arte del cine fue un fenómeno de 1900 a
1930, solamente. Después, la industria cinematográfica se inclinó por las
narraciones populares. Según la teoría de la Gestalt,
“los procesos más
elementales de visión no producen registro mecánico (copia idéntica) del mundo
exterior, sino que organizan de forma creadora la materia prima sensorial,
conforme a los principios de simplicidad, regularidad y equilibrio que rigen al
mecanismo receptor”. (p. 14)
Por tanto,
ninguna obra de arte es simplemente una imitación o duplicación –por selectiva
que fuese- de la realidad, sino una “traducción de características observadas,
a las formas de un medio determinado”. Existe, pues, un encuentro “precario”
entre la realidad y la fotografía o el cine; pero, al mismo tiempo, aquello que
impide la reproducción perfecta de lo real son las mismas propiedades que
sirven de moldes necesarios del medio artístico. ¿Cuáles son?... / En el
prólogo de 1968, Arnheim, bastante más entusiasta, afirma que el cine estaba
desplazando a la pintura en la medida que ésta se había retirado del
pensamiento y se recluía en la contemplación de objetos (Warhol) y el cine
había incorporado ya las fantasías y recuerdos como formas nuevas de imagen y
pensamiento. / Del prólogo de 1982, al autor le parece que a la crítica de cine
ya no le interesa distinguir entre cine de arte y cine de taquilla exitosa. Sin
embargo, todavía –afirma- se producen algunos filmes, o fragmentos de ellos,
genuinamente artísticos pues se siguen apegando a las propiedades fundamentales
del medio visual y sus normas derivadas. Con el sonido incorporado, el cine
puede hacer que las palabras se desvanezcan en ruidos sin significado cuando éstos
tratan de competir con el impacto inmediato de la acción visual y auditiva. La
imagen debe dominar la pantalla y supeditar al discurso hablado. / El libro no
intenta trazar una línea distintiva entre lo que es cine de arte y cine
comercial; el problema es más concreto:
“La forma y el color, el
sonido y las palabras son los medios con los que el hombre define la naturaleza
y el propósito de su vida. En una cultura que funciona, las ideas reverberan en
los edificios, estatuas, canciones y obras teatrales. Pero una población
sometida constantemente a imágenes y sonidos caóticos tropieza con grandes
obstáculos para hallar su camino. Cuando se impide que los ojos y oídos
perciban un orden significativo, sólo pueden reaccionar ante las señales
brutales de la satisfacción inmediata”. (p. 17)
De modo que
discernir el arte cinematográfico en esta posmodernidad puede ser crucial para
que la sociedad rescate su destino más digno. ¿Será el cine de horror un arte
que abra esa brecha entre la sociedad sitiada y la sociedad libre? Después de
todo, la decadencia civilizatoria del siglo XX ha tenido un sentido: la anomia y, al final de cuentas, la muerte misma. El desconcierto a que
alude con cierta desesperación Arnheim no es más que el signo central de la
época –no su interferencia.
Cine y realidad.- El cine no es necesariamente arte,
pero no porque reproduzca mecánicamente a la realidad. De hecho, esto es falso.
El cine provoca un efecto distinto de lo real. En primer lugar, porque el cine
traduce una información tridimensional en una superficie bidimensional plana.
El efecto es ambiguo: si colocamos la cámara de cine desde cierta altura se
puede ver que un tren se acerca a nosotros y, al mismo tiempo, que ese tren se
desplaza de la parte alta de la pantalla hacia la parte baja, casi
verticalmente de arriba abajo. Otra deformación visual ocurre con la
perspectiva: una mesa se ve cuadrada a nuestra mirada binocular, pero en la
cámara se ve trapezoide.
Es curioso
cómo el espectador acepta la convención de creer que una película en blanco y
negro refleja la realidad…
Todo campo visual
es limitado. El ojo humano resuelve sus limitaciones con el movimiento de ojos,
de cabeza y el desplazamiento. Pero existe siempre la visión focal y la
periférica. En la cámara de cine la limitación es mayor y diferente. Sólo se ve
lo que entra a cuadro. Por otro lado, el alcance de la cámara depende de la
distancia en que se coloque respecto de su objeto: se puede encuadrar una mano
o bien el cuerpo entero de un hombre, según la distancia dispuesta.
En la vida
real, toda experiencia se percibe como una secuencia espacio-temporal
ininterrumpida; el tiempo y el espacio son continuos. En el cine, no. Entre
cada secuencia (sub unidad de tiempo y espacio) hay continuas rupturas de ambas
dimensiones; pero llama la atención como Arnheim subraya que al interior de
cada escena, la continuidad espacio-temporal debe respetarse, cosa que la Nueva
Ola Francesa no hizo y reventó la gramática clásica para crear otra más
flexible que permite los brincos abruptos en una sola escena.
Por otro
lado, el montaje (edición, más bien) facilita que la discontinuidad entre
escenas cortadas y pegadas consecutivamente dé la ilusión de continuidad al
interior de una secuencia.
Finalmente,
el desencuentro entre cine y realidad se hace también evidente en la ausencia
de los otros sentidos físicos (olor, olfato, equilibrio, tacto) cuando estamos
ante cualquier película. Pero que este desencuentro exista, y por tanto no se
pueda acceder a una vivencia naturalista, no impide la identificación plena de
un filme. La falta de sonido en el cine mudo no lo limitó para la expresión
artística total en algunos filmes.
- La realización de un filme.- Veamos el
uso artístico de las limitaciones del cine respecto de reproducir mecánicamente
la realidad.
1) La
limitación de la superficie plana del
cine se convierte en ventaja para provocar ciertos efectos especiales siempre y
cuando se abandone el emplazamiento de cámara para obtener la “vista más
característica” (la socialmente esperada: centrada, a la altura de los ojos
humanos y en ángulo abierto). Sería algo así como “la astucia de la cámara”. Ej.:
un convicto se enfrenta a un juez, pero la primera toma del sujeto es de
espaldas, donde tiene bordado un número de prisionero; Charlot, de espaldas, en
la cubierta de un barco parece que vomita como los demás inmigrantes, pero se
da vuelta a la cámara y ¡sorpresa! acaba de pescar algo con su bastón. Otro
ejemplo, la toma contrapicada de un personaje dominante provoca una deformación
de la imagen: un cuerpo más ancho y una cabeza más pequeña. El emplazamiento de
cámara debe ser lo suficientemente inteligente y pensado para provocar un doble
efecto (en este caso, la identificación del personaje y su rasgo autoritario al
mismo tiempo). Pero dichos ángulos no
deben ser gratuitos, sino emplazados en función de la acción. La forma por la forma es inútil y
vacía. La diferencia entre cine y realidad fue poco a poco usándose por los
verdaderos artistas para provocar una estética particular –y eso sin manipular
el objeto, sólo captándolo desde una posición particular. / El espectador puede
conformarse con atender al contenido solamente, pero la astucia de la cámara lo pone en tal situación que –si no es
conformista- podría dar el salto a la comprensión y gozo del lenguaje visual.
2) La
limitación de la falta de profundidad
es una ventaja más para la configuración de composiciones planas en la
pantalla. Por ejemplo, una serie de objetos colocados al azar están a distinta
profundidad entre ellos, sin embargo, en pantalla se ven superpuestos,
obteniendo así un efecto de irrealidad.
3) La iluminación y la ausencia de color
brindan nuevas oportunidades al arte cinematográfico. La reducción del espectro
cromático a una gran variedad de grises separa al cine de la realidad y permite
la incorporación figurativa a través de luces y sombras: “Se trata de una de
las más auténticas posibilidades estéticas del cine”. Tan sólo el más básico de
los simbolismos (la luz es el bien y la oscuridad el mal) es en sí mismo
inagotable. / También el retrato de rostros a blanco y negro sobresalta el
papel de máscara del actor. / Y el arte de la composición en paisajes con
diferente luz natural. / Según la distinta iluminación, los objetos transmiten
infinidad de cualidades: tersura, limpieza, suciedad, esbeltez, juventud,
vejez, enfermedad, frialdad, etc. / Y por supuesto, el empleo expresionista de
las sombras alargadas o de los cuerpos oscuros colocando fuentes de luz detrás
de ellos.
4) La delimitación de la imagen del cine es,
asimismo, muy útil para el arte. El marco o recuadro de la cámara limita las
posibilidades infinitas del ojo humano, pero permite seleccionar motivos
visuales. El cuadro obliga a la elaboración de la composición para que todo lo
significativo aparezca en su interior. Es imperativo para el espacio limitado
organizarse formalmente.
5) La ausencia de la continuidad espacio-temporal
da lugar a uno de los recursos más brillantes del cine: el montaje. [Aquí, Arnheim emplea la palabra como sinónimo de edición
–a diferencia de Einsenstein, para quien el montaje es el recurso artístico por
excelencia: el choque de dos imágenes diferentes que forman una unidad formal
con significado propio.] De hecho, dice Arnheim, la escuela soviética exageró
el rol artístico del montaje, como si una toma simple no fuese ya una labor de
selección, es decir una creación. Sin embargo, no hay duda de que el montaje es
un acto plenamente creativo de manipulación del espacio-tiempo. Es el método
formativo de primer índole. / En el montaje se pueden yuxtaponer tomas de
episodios ocurridos en tiempos diferentes (un recuerdo traumático de pasado en
el presente, por ejemplo) y tomas de lugares distantes. Combinación de imágenes
que crean una metáfora. Y ritmo
cinematográfico con secuencias largas de un solo plano, o cortas hechas con
varios cortes.
6) Y en
fin, hay muchas otras aplicaciones del cine derivadas de las limitaciones de no
imitar fielmente la realidad, desde el uso de la cámara lenta hasta el empleo
de lentes especiales que distorsionen la imagen, desde la aceleración cómica de
la velocidad de proyección hasta la superposición o exposición múltiple.
El contenido del filme.- El autor hace disquisiciones acerca
de la actuación en el cine mudo y enfatiza el peligro que significa la
tendencia al cine “completo” (sonoro, a color y tridimensional) para el arte
cinematográfico. Arnheim, en realidad, concede pocas obras de arte
cinematográfico y más chispazos y secuencias maestras que obras maestras.
NOTA: La
importancia de este libro es el rescate de los ingredientes técnicos para la
construcción del lenguaje artístico en el cine, sobre todo en virtud de que las
primeras tres décadas del cine fueron silentes.
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