martes, 20 de agosto de 2019

La sobriedad de Anton Chéjov


Alejandro Rozado

- Tres años, de Anton Chéjov, novela corta, 1895.  

Alexei Láptiev, un hombre maduro, rico y educado, con la autoestima destrozada, se enamora y casa con Yulia, una joven que no le corresponde en el amor aunque lo respeta. La desdicha inicial del nuevo matrimonio atraviesa por modificaciones sentimentales que el relato estampa a través de una serie de exquisitas postales. Tres años de convivencia con amigos y familiares de Láptiev -y el nacimiento y muerte de su único nene- convierten la pasión inicial del marido en fastidio y desazón, mientras que su esposa Yulia aprende a amarlo. El apesadumbrado marido llega a pensar:
"Tengo una sensación como si hubiera concluido ya nuestra vida y comenzáramos una semi existencia gris". 
En esta noveleta de 1895 ambientada en Moscú, Anton Chéjov hace gala de una de las narrativas más sobrias de la modernidad; el devenir de este drama íntimo es plasmado con toques verbales discretos y pinceladas naturalistas que revelan a un escritor finísimo: 
"(…) El bosque no emitía sonido alguno, y había en aquel silencio algo de orgullo, de poderosa fuerza, de misterio; ahora, en la noche, parecía que las copas de los pinos rozaban casi el cielo. Los amigos dieron con la vereda y la siguieron". 
El drama de Láptiev es la dificultad de vivir con un miedo congénito ("he nacido de una madre amedrentada"). Siendo un personaje pudiente y respetado, confiesa que teme al barrendero, al portero o a la servidumbre de su casa. Un tormento cotidiano que ni el amor puede aliviar. El autor acaricia en la cabeza a sus personajes con la ternura y compasión de quien sabe que pronto morirá:
"¿Cuántos cambios han ocurrido en estos tres años?... Pero quizá hayamos de vivir aún otros trece, otros treinta años… ¿Y qué nos deparará la vida en el futuro?... El que viva lo verá". 
Pero el bueno de Chéjov no alcanzó a verlo: murió de tuberculosis a los cuarenta y cuatro años. 

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