Alejandro Rozado
Con motivo de la visita a México, en 2005, del legendario grupo de rock, el autor recrea una trayectoria musical que no debe olvidarse.
En 1968 había dos bandas británicas nuevas que contribuyeron a dar fin a la llamada "ola inglesa" del rock. Eran ni más ni menos que Fleetwood Mac y Jethro Tull. Los primeros provenían del blues blanco inglés que John Mayall capitaneó durante los 60's, y su conformación escribió páginas importantes en la historia del blues británico, hasta que su guitarrista principal, Peter Green, padeció de un terrible brote psicótico que lo mandó a las clínicas de rehabilitación durante los siguientes veinte años. Después de la crisis de Green, Fleetwood Mac encontró su lugar en el cesto de la basura, con canciones como "Mentiritas" ("Little Lies") y otras de igual o peor calaña.
En cambio, Jethro Tull fue todo un acontecimiento en la historia del rock. Dirigidos por el flautista y compositor Ian Anderson, sus músicos representaron una verdadera "ruptura epistemológica" en relación a lo que se había venido produciendo hasta entonces en dicho género. A partir de ahí, sus oyentes seríamos atentos testigos de la incursión del rock por nuevas y mayores densidades sónicas. Paradójicamente, el blues -siempre cerrado sobre sí mismo como virtud- fue la base de una curiosa apertura no sólo al jazz, el romanticismo sinfónico, la música barroca, las canciones provenzales, o la música étnica de origen celta, sino también a las expresiones vanguardistas y el progresivismo sinfónico. El resultado fue un brillante eclecticismo, imposible de emular hasta ahora.
Los primeros LP's (Long Plays) hablan por sí mismos: This Was (1968), Stand Up (1969), Benefit (1970), Aqualung (1971), Thick as a Brick (1972) y Passion Play (1973), fueron las estaciones sucesivas en el itinerario musical más impetuosamente creativo jamás visto antes -ni después- en la historia del rock. Sin duda, una clave de semejante ascenso artístico fueron las posibilidades que brindó la flauta transversal de Anderson como instrumento característico e insólito en una banda de rock. La flauta convertida en batuta, en varita mágica convocante del genio dormido, en la negrura de los bosques, de duendecillos y juglares, hechiceros e indigentes, abates endemoniados y poetas borrachos. El liderazgo de Anderson fue, desde el principio, indiscutible y en él se concentra la síntesis de Jethro Tull en varios planos como el de la etnología musical, el casting de la diversidad de sus músicos integrantes -extraídos tanto del conservatorio como de los clubes de jazz- o la personificación escénica de lo mejor de la tradición literaria inglesa.
Desde la misma portada, This Was (1968) fue el registro inicial de que Jethro Tull nació como un grupo de hombres envejecidos que miraban hacia su propio pasado -a diferencia del mainstream del rock cuya juvenil búsqueda escudriñaba los mitos de un orientalismo chafa y confuso-. Aunque la amplia base de blues y jazz de este primer álbum es notable (¿alguien recuerda acaso la exquisita "Serenade To A Cuckoo"?), ello no impidió a Anderson ofrecer algunos anticipos de lo que sería su mirada al pasado, como profetizaría su mayor hit de aquel entonces: "Living In The Past". Y pese a tantas influencias y confluencias, Jethro Tull sonaba a rock "deadeveras", para el desconcierto de la crítica; muestras elocuentes de ello fueron las enigmáticas "Dharma for One" y "Love Story", cargadas de un poder rockero sin concesiones. El segundo álbum, Stand Up (1969), fue un salto conceptual respecto al año anterior: la inclusión de Martin Lancelot Barre en la guitarra eléctrica le dio a Anderson la confianza para componer piezas fundacionales del sonido Jethro: un rock fuerte nutrido por la música celta de orígenes medievales, combinación ésta que prodigó una gran cantidad de recursos expresivos al grupo. Pese a que con este disco favorito de Ian Anderson, éste se revela también como un notable guitarrista acústico, la flauta se afianza como el instrumento líder, y no tanto por sus líneas melódicas como por su vigor casi percusivo, de soplidos titánicos y nada exentos de agresión rítmica. La flauta como un discurso vehemente y cabrón. El arreglo jazzístico al "Bouree" de Juan Sebastián Bach, así como "Back to de Family", testimonian que Jethro Tull es en esos momentos literalmente un cuarteto, con prodigiosos músicos que explotan sus sonidos con temple anarquista, en direcciones divergentes, sin extraviarse no obstante un solo compás, del rumbo fijado por Anderson. Benefit (1970), su tercer álbum, fue un tropiezo de la banda por caminar por las calles desoladas del rock pesado; memorables son, sin embargo, la fantasmagórica "With you there to help me" y, si acaso, "Teacher". Recuerdo que años después leí una entrevista a Anderson, en la que declaraba que dicho disco fue una concesión al tremendo bajista Glen Cornick, para que éste no abandonara a la agrupación -cosa que finalmente terminó haciendo… Los siguientes tres discos, con la integración de Jeffrey Hammond-Hammond al bajo, de Barrymore Barlow en la batería de alucine y del concertista John Evan al piano y demás teclados, se convertirían en verdaderos hitos en la leyenda llamada precisamente: Jethro Tull.
Aqualung (1971), por ejemplo, es hasta la fecha su obra más exitosa y recordada. Las composiciones declaran su abierto desafío a la religión anglicana y a la música detenida en las complacientes escalas de siempre. Todavía se celebra entre los conocedores el requinto inspirado de Martin Barre en la pieza que da título al disco, como uno de los momentos más brillantes del rock. El disco es el primero que se aproxima a cierta unidad conceptual, pues la producción se preocupa por construir una atmósfera lóbrega de sonidos que evocan a la vieja Londres desgastada por el progreso en los relatos de Dickens: pordioseros, tuertas, perdedores y seres marginados de toda laya pasan lista en esta obra elegante y tétrica. "Locomotive Breath", junto con otras canciones del segundo álbum, forma parte del repertorio, ya obligado, en las giras de conciertos de la banda.
Con Thick as a Brick (1972), el quinto álbum, Jethro Tull alcanza su más alto nivel como proyecto: el arsenal de instrumentos incorporados (laúd, violín, clavicordio, soprano sax, etc.), el barroquismo de las ejecuciones, la poética vertebral que alude a la obra lírica de un supuesto niño prodigio (Gerald Little Milton Bostock), el formato de suite progresivo elegido para desarrollar los diversos pasajes del texto, los trazos vanguardistas que ligan caprichosamente a las diversas piezas entre sí, hicieron inclinar la cabeza de la cada vez más desconcertada crítica especializada. "Grueso como un ladrillo" fue uno de los momentos más plenos y enigmáticos del rock, en los que la mirada de los héroes desvanecidos ante una corte de gobernantes y criminales es acompañada por golpes de notas beethovianas diluidas entre el frenesí de la barbarie. Ian Anderson como el narrador elocuentísimo de una tradición artística excelsa en franco y digno declive (en uno de sus versos se dice: “Let me help you to pick up your dead…”). Con esta obra maestra y compleja, la ambición expresiva de Jethro Tull llegaba a un punto peligroso, pues lindaba territorios desde donde ya no sería posible retornar.
Y en un paso decididamente suicida, la banda lanzó en el siguiente año al mercado una joya fuera de todo parámetro: Passion Play (1973), pieza de un solo track que combina lo mejor de la tradición dramática inglesa -Shakespeare, Chesterton, Wilde- con formatos musicales brechtianos de extraordinaria plasticidad y la ironia incontestable de la banda hecha coro. Pero esto fue ya demasiado para los santones del orden pop, quienes ahora sí no dudaron en hacer pedazos a Anderson y su proyecto. La hasta ahora incomprendida obra es un espacio incógnito para las nuevas generaciones, y significó el inicio de la pendiente inclinada en la sorprendente curva de Jethro Tull.
Del golpe, la banda jamás se repuso del todo. Y aunque continuó produciendo decenas de buenos discos, como Minstrell in the Gallery, Songs from the Wood, y Too Old to Rock and Roll, too Young to Die, la búsqueda impetuosa se detuvo, para la tranquilidad de una época atemorizada y timorata como la de los 70's… No importa. Quedan los testimonios grabados de que allí se hizo algo de auténtica historia.
(Agosto de 2005)
Con motivo de la visita a México, en 2005, del legendario grupo de rock, el autor recrea una trayectoria musical que no debe olvidarse.
En 1968 había dos bandas británicas nuevas que contribuyeron a dar fin a la llamada "ola inglesa" del rock. Eran ni más ni menos que Fleetwood Mac y Jethro Tull. Los primeros provenían del blues blanco inglés que John Mayall capitaneó durante los 60's, y su conformación escribió páginas importantes en la historia del blues británico, hasta que su guitarrista principal, Peter Green, padeció de un terrible brote psicótico que lo mandó a las clínicas de rehabilitación durante los siguientes veinte años. Después de la crisis de Green, Fleetwood Mac encontró su lugar en el cesto de la basura, con canciones como "Mentiritas" ("Little Lies") y otras de igual o peor calaña.
En cambio, Jethro Tull fue todo un acontecimiento en la historia del rock. Dirigidos por el flautista y compositor Ian Anderson, sus músicos representaron una verdadera "ruptura epistemológica" en relación a lo que se había venido produciendo hasta entonces en dicho género. A partir de ahí, sus oyentes seríamos atentos testigos de la incursión del rock por nuevas y mayores densidades sónicas. Paradójicamente, el blues -siempre cerrado sobre sí mismo como virtud- fue la base de una curiosa apertura no sólo al jazz, el romanticismo sinfónico, la música barroca, las canciones provenzales, o la música étnica de origen celta, sino también a las expresiones vanguardistas y el progresivismo sinfónico. El resultado fue un brillante eclecticismo, imposible de emular hasta ahora.
Los primeros LP's (Long Plays) hablan por sí mismos: This Was (1968), Stand Up (1969), Benefit (1970), Aqualung (1971), Thick as a Brick (1972) y Passion Play (1973), fueron las estaciones sucesivas en el itinerario musical más impetuosamente creativo jamás visto antes -ni después- en la historia del rock. Sin duda, una clave de semejante ascenso artístico fueron las posibilidades que brindó la flauta transversal de Anderson como instrumento característico e insólito en una banda de rock. La flauta convertida en batuta, en varita mágica convocante del genio dormido, en la negrura de los bosques, de duendecillos y juglares, hechiceros e indigentes, abates endemoniados y poetas borrachos. El liderazgo de Anderson fue, desde el principio, indiscutible y en él se concentra la síntesis de Jethro Tull en varios planos como el de la etnología musical, el casting de la diversidad de sus músicos integrantes -extraídos tanto del conservatorio como de los clubes de jazz- o la personificación escénica de lo mejor de la tradición literaria inglesa.
Desde la misma portada, This Was (1968) fue el registro inicial de que Jethro Tull nació como un grupo de hombres envejecidos que miraban hacia su propio pasado -a diferencia del mainstream del rock cuya juvenil búsqueda escudriñaba los mitos de un orientalismo chafa y confuso-. Aunque la amplia base de blues y jazz de este primer álbum es notable (¿alguien recuerda acaso la exquisita "Serenade To A Cuckoo"?), ello no impidió a Anderson ofrecer algunos anticipos de lo que sería su mirada al pasado, como profetizaría su mayor hit de aquel entonces: "Living In The Past". Y pese a tantas influencias y confluencias, Jethro Tull sonaba a rock "deadeveras", para el desconcierto de la crítica; muestras elocuentes de ello fueron las enigmáticas "Dharma for One" y "Love Story", cargadas de un poder rockero sin concesiones. El segundo álbum, Stand Up (1969), fue un salto conceptual respecto al año anterior: la inclusión de Martin Lancelot Barre en la guitarra eléctrica le dio a Anderson la confianza para componer piezas fundacionales del sonido Jethro: un rock fuerte nutrido por la música celta de orígenes medievales, combinación ésta que prodigó una gran cantidad de recursos expresivos al grupo. Pese a que con este disco favorito de Ian Anderson, éste se revela también como un notable guitarrista acústico, la flauta se afianza como el instrumento líder, y no tanto por sus líneas melódicas como por su vigor casi percusivo, de soplidos titánicos y nada exentos de agresión rítmica. La flauta como un discurso vehemente y cabrón. El arreglo jazzístico al "Bouree" de Juan Sebastián Bach, así como "Back to de Family", testimonian que Jethro Tull es en esos momentos literalmente un cuarteto, con prodigiosos músicos que explotan sus sonidos con temple anarquista, en direcciones divergentes, sin extraviarse no obstante un solo compás, del rumbo fijado por Anderson. Benefit (1970), su tercer álbum, fue un tropiezo de la banda por caminar por las calles desoladas del rock pesado; memorables son, sin embargo, la fantasmagórica "With you there to help me" y, si acaso, "Teacher". Recuerdo que años después leí una entrevista a Anderson, en la que declaraba que dicho disco fue una concesión al tremendo bajista Glen Cornick, para que éste no abandonara a la agrupación -cosa que finalmente terminó haciendo… Los siguientes tres discos, con la integración de Jeffrey Hammond-Hammond al bajo, de Barrymore Barlow en la batería de alucine y del concertista John Evan al piano y demás teclados, se convertirían en verdaderos hitos en la leyenda llamada precisamente: Jethro Tull.
Aqualung (1971), por ejemplo, es hasta la fecha su obra más exitosa y recordada. Las composiciones declaran su abierto desafío a la religión anglicana y a la música detenida en las complacientes escalas de siempre. Todavía se celebra entre los conocedores el requinto inspirado de Martin Barre en la pieza que da título al disco, como uno de los momentos más brillantes del rock. El disco es el primero que se aproxima a cierta unidad conceptual, pues la producción se preocupa por construir una atmósfera lóbrega de sonidos que evocan a la vieja Londres desgastada por el progreso en los relatos de Dickens: pordioseros, tuertas, perdedores y seres marginados de toda laya pasan lista en esta obra elegante y tétrica. "Locomotive Breath", junto con otras canciones del segundo álbum, forma parte del repertorio, ya obligado, en las giras de conciertos de la banda.
Con Thick as a Brick (1972), el quinto álbum, Jethro Tull alcanza su más alto nivel como proyecto: el arsenal de instrumentos incorporados (laúd, violín, clavicordio, soprano sax, etc.), el barroquismo de las ejecuciones, la poética vertebral que alude a la obra lírica de un supuesto niño prodigio (Gerald Little Milton Bostock), el formato de suite progresivo elegido para desarrollar los diversos pasajes del texto, los trazos vanguardistas que ligan caprichosamente a las diversas piezas entre sí, hicieron inclinar la cabeza de la cada vez más desconcertada crítica especializada. "Grueso como un ladrillo" fue uno de los momentos más plenos y enigmáticos del rock, en los que la mirada de los héroes desvanecidos ante una corte de gobernantes y criminales es acompañada por golpes de notas beethovianas diluidas entre el frenesí de la barbarie. Ian Anderson como el narrador elocuentísimo de una tradición artística excelsa en franco y digno declive (en uno de sus versos se dice: “Let me help you to pick up your dead…”). Con esta obra maestra y compleja, la ambición expresiva de Jethro Tull llegaba a un punto peligroso, pues lindaba territorios desde donde ya no sería posible retornar.
Y en un paso decididamente suicida, la banda lanzó en el siguiente año al mercado una joya fuera de todo parámetro: Passion Play (1973), pieza de un solo track que combina lo mejor de la tradición dramática inglesa -Shakespeare, Chesterton, Wilde- con formatos musicales brechtianos de extraordinaria plasticidad y la ironia incontestable de la banda hecha coro. Pero esto fue ya demasiado para los santones del orden pop, quienes ahora sí no dudaron en hacer pedazos a Anderson y su proyecto. La hasta ahora incomprendida obra es un espacio incógnito para las nuevas generaciones, y significó el inicio de la pendiente inclinada en la sorprendente curva de Jethro Tull.
Del golpe, la banda jamás se repuso del todo. Y aunque continuó produciendo decenas de buenos discos, como Minstrell in the Gallery, Songs from the Wood, y Too Old to Rock and Roll, too Young to Die, la búsqueda impetuosa se detuvo, para la tranquilidad de una época atemorizada y timorata como la de los 70's… No importa. Quedan los testimonios grabados de que allí se hizo algo de auténtica historia.
(Agosto de 2005)
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